
Se ganó con lo justo. Argentina superó a Nigeria en su debut mundialista por 1 a 0 dejando una mezcla de sensaciones. Por un lado la alegría y la tranquilidad de haber conseguido un triunfo y los tres puntos que suman para la clasificación. Por el otro lado la sensación que no se merecía sufrir tanto para ganar, que se debió definir antes, pero se falló en lo que uno menos creería que le faltaría a este equipo: concretar en la red las situaciones de gol.
¿Por qué cuesta creer esto? Porque esta selección tiene un interesante poder de gol si se suman los goles que tienen sus delanteros en sus equipos. ¿Ejemplos? Messi es figura y goleador en el Barcelona, Higuaín no se cansa de hacer goles en el Real Madrid, Diego Milito convierte cada fin de semana que juega el Inter al igual que el Kun Agüero en el Atlético Madrid y ni hablar de Martín Palermo y sus más de 220 goles en Boca y su famoso récord como máximo goleador en la historia del club boquense.
¿En qué otro aspecto falló la selección? En la defensa. Porque Jonás Gutiérrez, más allá de su buen ida y vuelta no siente la marca ni el puesto de “lateral-volante” y por sus espaldas obligaba a Demichelis a tener que cubrir el lateral ya que los nigerianos atacaban bastante por ese sector, Mascherano no daba abasto en el mediocampo y Verón corrió más de lo que jugó, algo a lo que no está acostumbrado a hacer. Por ese motivo le costó al equipo tener la pelota y mucho más defenderse con ella.
Argentina debutó con un triunfo y no es poco. Ahora deberá jugar con Corea y Grecia, rivales que, en los papeles, parecen accesibles. Sin embargo la selección deberá mejorar en varios aspectos, si es que quiere crecer como equipo y llegar a lo más alto. Hay material para conseguirlo, jugadores de prestigio también para que la ilusión de los argentinos siga creciendo.
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